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26 feb 2013

wow

Y ese momento, en el que llegás a tu casa, lo mirás a los ojos y te das cuenta que te enamoraste de alguien más, es tan extraño, que nadie, pero nadie en este mundo podría decir si las lágrimas que llorarán esa noche serán de tristeza o de felicidad.

22 feb 2013

Justicia

Hoy todos a Plaza de Mayo.

Nos vemos ahí.

21 feb 2013

FELICIDAD!

Aprobé jejee!! Todavía no lo puedo creer... Que hermoso es cuando tanto, tanto esfuerzo nos permite cumplir un sueño más. Orgullo!
Gracias a todos los que me mandaron buena onda, todos los que estuvieron conmigo dándome fuerzas para seguir y no rendirme nunca. Gracias, realmente me ayudaron mucho

1 feb 2013

Te doy mis ojos

Cuatro años casada, pero sólo el primero había sido feliz, normal. El resto fue una pesadilla, vivir con miedo. Eso. Vivir con miedo de él.
Un día F. apareció en mi vida, como siempre suceden esas cosas de la manera más imprevista. Con el tiempo él me contó que le gusté apenas me vió, que se enamoró de mí. Yo no. Yo lo quería, pero enamorarme no. No era capaz de eso en un momento donde había tanta violencia en mi vida. No sé porque empecé a contarle lo que me pasaba, los maltratos, los golpes, las amenazas. Supongo que fue por lo normal, intentar aminorar el peso, sentirse comprendida… esa estúpida costumbre de necesitar que alguien te diga que tenés razón, pobrecita. Porque estaba cansada de inventar excusas que justifiquen las marcas, los hematomas en los brazos, en la espalda. Cansada de aguantar las ganas de llorar. Y para putearlo juntos, también.
Es verdad, lo había dicho una vez. Una sola vez tiró la frase de una y ahí quedó. “Yo mataría por vos”. Pero quien puede darle importancia a una frase así? Quién puede tomárselo en serio? Yo me quise olvidar de esas palabras, restarles relevancia y lo logré. Cuando uno se enfrenta a algo brutal, a una situación violenta e irreversible, trata de que se termine. Que se termine rápido y bien, si se puede.
Pero es impresionante como se dan las cosas, todo tiene un sentido. Esa semana había sido terrible, mi marido me había pegado todos los días, yo casi no dormía, estaba aterrada. Me acuerdo que el jueves a la mañana muy temprano pude escaparme de casa y encontrarme con F. No tuve fuerza para contarle, lloré hasta que me sentí mejor, hasta que pude respirar. Me acuerdo también que no me decía nada y yo me moría de pena de verlo triste por mí. No hablamos de nada, de nada en absoluto. Creo que los dos sentimos tácitamente que ese era el límite, que yo había llegado al borde. Me fui una hora después y creo que quedamos en vernos la próxima semana, cuando se pudiera, cuando yo pudiera.
Ese día volví a casa de noche, era muy tarde. F. me estaba esperando sentado en la mesa de la cocina. El arma apoyada en la mesada. “No te preocupes”, me dijo, “ya limpié la sangre”.