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3 dic 2016

Se me ocurre


Se me ocurre que podríamos juntar todos los relojes del mundo y guardarlos en una habitación. Encerrarlos para que nunca puedan volver a las repisas, a las muñecas, a las paredes. Dejar de medir el tiempo. Más que por la propia sombra por supuesto.
Si lográramos esto, conseguiríamos dejar de estar apurados por cosas que no valen la pena, dejaríamos de llegar tarde o temprano. Simplemente llegaríamos. Podríamos tomarnos el tiempo que necesitemos para hacer las cosas y no hacer las cosas que necesitamos en el tiempo que tenemos. Porque al fin y al cabo el tiempo es lo único propio. Y es nuestro. Nadie debería poder arrebatárnoslo. Es nuestro para invertirlo en lo que queremos, en los que queremos. Para invertirlo, no para gastarlo en pos de algo que a veces ni siquiera nos interesa de verdad.
Vuelvo sobre lo mismo, pero es cierto. Mi reloj de la cocina no marca la hora, está quieto y me gusta así. No lo preciso. Y preferiría que esté junto con todos los demás ocupando su sitio de encierro en una habitación.
(A veces pienso que mi forma de escribir es naif. Pero debe ser porque desde siempre me tomo al mundo como a un cuento de hadas. Así soy.)