Para quedarse pensando

Albert Einstein
Old Grove Rd.
Peconic, Long Island

2 de Agosto de 1939

F. R. Roosevelt
President of the United States
White House
Washington, D.C.

Señor;
Algunos recientes trabajos de E. Fermi y L. Szilard, quienes me han sido comunicados mediante manuscritos, me llevan a esperar, que en el futuro inmediato, el elemento uranio puede ser convertido en una nueva e importante fuente de energía. Algunos aspectos de la situación que se han producido parecen requerir mucha atención y, si fuera necesario, inmediata acción de parte de la Administración. Por ello creo que es mi deber llevar a su atención los siguientes hechos y recomendaciones.
En el curso de los últimos cuatro meses se ha hecho probable que podría ser posible el iniciar una reacción nuclear en cadena en una gran masa de uranio, por medio de la cual se generarían enormes cantidades de potencia y grandes cantidades de nuevos elementos parecidos al uranio. Ahora parece casi seguro que esto podría ser logrado en el futuro inmediato.
Este nuevo fenómeno podría ser utilizado para la construcción de bombas, y es concebible -pienso que inevitable- que pueden ser construidas bombas de un nuevo tipo extremadamente poderosas. Una sola bomba de ese tipo, llevada por un barco y explotada en un puerto, podría muy bien destruir el puerto por completo, conjuntamente con el territorio que lo rodea. Sin embargo, tales bombas podrían ser demasiado pesadas para ser transportadas por aire.
En vista de esta situación usted podría considerar que es deseable tener algún tipo de contacto permanente entre la Administración y el grupo de físicos que están trabajando en reacciones en cadena en los Estados Unidos. Una forma posible de lograrlo podría ser comprometer en esta función a una persona de su entera confianza quien podría tal vez servir de manera extra oficial.

Su Seguro Servidor, A. Einstein.

De casualidad

Basado en Poema 20, Pablo Neruda, 1924.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo lo quise, y a veces él también me quiso.

En las noches como ésta lo tuve entre mis brazos.
Lo besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Él me quiso, a veces yo también lo quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no lo tengo. Sentir que lo he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin él.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarlo.
La noche está estrellada y él no está conmigo.

Como para acercarlo mi mirada lo busca.
Mi corazón lo busca.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no lo quiero, es cierto, pero cuánto lo quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otra. Será de otra. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no lo quiero, es cierto, pero tal vez lo quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta lo tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberlo perdido.

Aunque éste sea el último dolor que él me causa,
y éstos sean los últimos versos que le escribo.

Por algo me gustás tanto

Hoy estoy dispersa como un coloide, indecisa como un zwitterion. Un muestreo por selección me vendría bien, para sólo quedarme con lo mejor de este universo de material. Sin embargo, las bases me atraen con su papel de tornasol teñido de azul y su capacidad de secarme los dedos con granallas blancas. Nunca asistí a espectáculo más perfecto que una neutralización explosiva, un equilibrio en el papel. Aunque nada se compara con el éxito personal de llegar a 3.000 g en la balanza de precisión o ver esa pancita del menisco justo justo sobre la graduación. Porque lograr que una bureta sea extensión de tus brazos no es cosa fácil… cuidado, se te pasa el indicador metalocrómico!!! Y mirá que después no hay vuelta atrás.

Era cierto

Estaba parada en el medio del dolor entre tu furia y la mía, te miré a los ojos, reconocí mis pupilas y me quedé quieta. Ahí fue cuando descubrí que mi miedo a vos también te asustaba, que tu furia a mí me cegaba.
Y entonces, como para no dejar dudas, sentí los ojos húmedos de felicidad, pero la lágrima rodó por tus pestañas, no por las mías.

Bienvenida Primavera?

No, malvenida la peor estación del año! La estación de las lluvias, de las flores arrancadas, del cursilerismo y las alergias... Te detesto, sabelo.

Nada más, sólo eso.

Y vuelta a lo tuyo, lo mío y lo nuestro

No sé si es lo mejor, pero de algo estoy convencida: no me importa ya. Antes hubiera dado todo por conocer la verdad, ahora me da lo mismo. Antes no podía encontrar la salida del laberinto, ahora no me importa estar perdida entre tanto césped. Ya hasta te diría que me gusta.

(Mirar tu sombra es algo que me aterra. Será porque todo se agiganta, incluso vos.)

Dosto, te extraño

Hace varios años por casualidad leí un libro de Dostoievski. Me gusto tanto que ya no pude parar de leer sus libros. Hasta hoy, que ya no tengo más para leer. Los títulos más conocidos se me agotaron rápido pero después encontré muchos relatos cortos y otros no tanto buscando por las librerías. Todavía tengo una larga lista de sus obras por conseguir. Pero es realmente un objetivo difícil. Por ahora me contento con bautizar a mi nuevo gatito negro: Fedor Mijail. Saludos, Nu.