En un barco me llevas. Velero, de timón blanquísimo. El océano, tus ojos, lo mismo da. La arena, tu piel, lo mismo da. El alma palpita, el corazón golpea, igual que palpita y golpea nuestro velero contra las olas. No querés decirme el destino, sospecho que lo desconocés. Lo mismo da. Para qué preocuparnos por mañana? Hoy, la costa, el final del viaje, no se ve. Yo no quiero llegar nunca. Da la vuelta, navegá en círculos, perdámonos en el mar. Tiremos el ancla en el azul más profundo. Y levantemos vuelo.
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